Tras parar, RESPIRA.
Cuando llevamos a cabo ese parar, aprendemos a sentir nuestra propia respiración.
Desde el comienzo de nuestra existencia, pensamos que respiramos tan solo para poder seguir viviendo; y apenas le prestamos atención a nuestra respiración porque es algo que siempre está con nosotr@s.
La acción de respirar no es tan solo para seguir viviendo. Si aprendemos a hacer consciente nuestra respiración, ella nos lleva a un estado de tranquilidad y conexión con nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra mente y nuestro corazón.
Al respirar, nuestro estado mental se ralentiza y eso propicia la conexión con nosotr@s mism@s. Empezamos a escucharnos, a sentirnos, a tomar consciencia de nuestro latir, de cómo estamos por dentro y -gracias a todo ello- sutilmente, nuestra manera de ver y sentir la vida, empieza a cambiar.
Tras parar, RESPIRA.
Cuando llevamos a cabo ese parar, aprendemos a sentir nuestra propia respiración.
Desde el comienzo de nuestra existencia pensamos que es tan solo para poder seguir viviendo y casi ni le prestamos atención porque siempre está con nosotr@s.
La acción de respirar no es tan solo para seguir viviendo. Si aprendemos a hacerla consciente ella nos lleva a un estado de tranquilidad y conexión con nuestro cuerpo, alma, mente y corazón.
Al respirar, nuestro estado mental se ralentiza, eso nos permite conectar con nosotr@s mism@s. Empezamos a sentirnos, a escucharnos, a tomar consciencia de nuestro latir, de cómo estamos por dentro, y gracias a todo ello, sutilmente, nuestra manera de ver y sentir nuestra vida, empieza a cambiar.
¿En que te puedo ayudar?